NUESTRA
HISTORIA
Calambre es un centro de entrenamiento que nace oficialmente en noviembre de 2022 en la ciudad de Tres Arroyos; y ¿por qué digo oficialmente? Porque tenemos una historia previa a la apertura de nuestro gimnasio como tal.
Dos años antes, en noviembre del 2020 cuando el mundo se encontraba atravesando la pandemia de Covid-19, y en nuestro país de a poco se iban habilitando los primeros permisos de actividades al aire libre, surge la idea de comenzar a dar clases en una plaza de la ciudad. Pero primero debí hacerme de algunos elementos ya que no contaba con ningún tipo de material para llevar a cabo las mismas. Entonces, tomé la decisión de vender mi primer auto, que había comprado luego de un trabajo de verano. Con ese dinero, pude comprar mis primeras herramientas para poder trabajar, como algunas Kettlebells, bandas elásticas y corebag.
Y así se fue materializando esa idea, lentamente y con mucha dedicación, dando clases al aire libre con poquitos alumnos y con los elementos que había podido comprar, pero con un gran apoyo de aquellos que se comprometían y apostaban también en este proyecto.
Pasaban los días, las semanas y los meses, y seguía con mis clases en la plaza, buscando innovar constantemente y atraer la mayor cantidad de alumnos. Daba alrededor de 10 clases por día, con aproximadamente 6 alumnos por hora, lo que me permitió poco a poco poder ir comprando más materiales e ir agrandando el cupo.
Cuando llegó mayo de 2021, el frio ya se hacía sentir en la ciudad y las clases se dificultaban cada vez más porque el clima no acompañaba. Ante esto, tomé la decisión en aquel momento de armar un “gimnasio”; y ¿por qué entre comillas? Porque el lugar donde lo pude instalar fue el living de mi departamento, que era muy pequeño, pero la pasión, las ganas de seguir y de crecer eran más grandes que el espacio físico. Estuvimos varios meses entrenando así, en ese espacio reducido, pero con toda la garra y actitud.
Llegó agosto de ese mismo año y afortunadamente me pude mudar a un departamento un poco más amplio, con el objetivo de tener más espacio para las clases y que los alumnos puedan entrenar con una mayor comodidad. En el transcurso de los meses fui comprando cada vez más materiales y agregando nuevos elementos al gimnasio, que aún no era llamado como tal, dado que no tenía un nombre que lo identifique ni tampoco una cara visible a la calle.
Sin embargo, en estos espacios tan pequeños logramos generar grandes vínculos y confianza en cuanto a la relación entrenador-alumno, lo que me permitió que apuesten en mi proyecto y me acompañen en las decisiones que se vendrían a futuro.
Durante todo este tiempo, además, busqué formarme y capacitarme en numerosas áreas de entrenamiento ya que el objetivo no era solamente ir creciendo en espacio físico, sino también ir aumentando la calidad en las clases y así poder ayudar a los alumnos en las distintas necesidades que planteaban. Creo que lo primordial es incentivarlos a crecer, que sean mejores con sí mismos, y esa es la razón principal por la que me he dedicado a este proyecto.
Un año después de aquella primera mudanza, en agosto de 2022, llegó un momento que siempre había creído muy lejano. Surgió la posibilidad de poder trasladar el “gimnasio” a un espacio físico por fuera de mi departamento, lo que significaba que el trabajo de todos esos años por fin tome forma de lo que siempre había soñado: un centro de entrenamiento propio.
Transcurrieron varios meses en los cuales me dediqué a planificar, pensar, desear e invertir cada ahorro en materiales nuevos para acercarme un poquito a mi sueño de finalmente tener un gimnasio abierto a la calle, manteniendo los mismos principios que fomentaba desde el inicio: que sea un lugar sin prejuicios, al que todos puedan ir y sentirse cómodos.
En noviembre de ese mismo año llegó el momento tan esperado y todo se concretó para poder abrir el centro de entrenamiento. Fueron días de mucho trabajo y esfuerzo que, con la ayuda de gran parte de mis alumnos y familia, logramos armar lo que hoy en día es Calambre.
Así este proyecto, con los valores y principios que lo gestaron, tomó su identidad. La misión se mantiene vigente desde el inicio: busco que cada persona que llegue a Calambre aprenda a entrenar la fuerza, pero no desde la capacidad condicional o física, sino su fuerza interna; que así forme una base de confianza en sí misma y todo ello lo pueda trasladar a su vida cotidiana, para fortalecerse al momento de tomar decisiones, enfrentar situaciones, vincularse, desenvolverse y proyectar en su futuro.
Constantemente hablamos del gimnasio como una gran familia puesto que, a lo largo de los años, una enorme parte de mis alumnos me acompañaron en ese largo camino de sacrificio y lucha para convertirnos en lo que somos hoy.